sábado, 9 de junio de 2012

De mi archivo como estudiante de periodismo


No sé si lo habré dicho alguna vez. Estudio Periodismo. Voy en el tercer año de mi carrera, en la mitad! Tengo una especie de amor y odio hacia mi carrera. Hay días en que salto de alegría contándole a todo el mundo que la AMO, y otros en los cuales prefiero no saber nunca jamás de ella.
No soy la única, a muchos les pasa lo mismo y en todas las carreras es muy común.
Este año me ha tocado reporteo duro y parejo. Me da un dolor de guata gigante cuando la profesora nos da un tema a reportear.
Algunos de los trabajos los he gozado intensamente, otros los he sufrido.
Me han cerrado puertas, he ido a lugares y fuentes equivocadas, he tenido que sacar tanta personalidad como nunca creí que tendría. Otras veces es tanto lo que me meto en el tema, que quiero saber mucho más aún. Preguntar hasta que se me agoten las ideas y ya no tenga nada más que preguntar.

Reportear es un parto. Se hace eterno y a la vez demasiado rápido. Hay que tener la mente a mil por hora porque si tu foco no te resulta, tienes que rápidamente cambiarlo o jugártelas por conseguir una buena fuente y noticia  ya que tienes un plazo determinado para entregar tu trabajo. Fuentes a las cuales recurrir y otras con las cuales contrastar tu información.
Mejor otro día hablo de ésto...o mejor no.

Hoy quiero compartir uno de esos trabajos que tuve que hacer este semestre.
Nos dieron como tarea elegir a un personaje. Familiar, amigo, etc...el que quisiéramos. PERO, ese personaje tenía que tener algo interesante que contar. Nos dieron una semana. Cabecée, pensé QUIÉN podría ser, hice una lista con todas las personas que conocía y que a mi parecer tenían algo entretenido y novedoso que contar, algo interesante.

Hasta que di con mi vecino. Sí, lo tenía al lado. Busqué como loca y lo tenía a 2 pasos de mi casa.
Sí que tenía una tremenda historia para contar.

El iba de sobrecargo en un avión hace algunos años y le tocó enfrentar un secuestro. Y lo frustró.
Aquí su historia...


El primer y único vuelo con intento de secuestro en Chile, logró ser frustrado por el sobrecargo Óscar Briones en noviembre de 1969. Dos menores de edad armados, intentaron desviar el vuelo que inicialmente se dirigía a Punta Arenas, hacia La Habana con el objetivo de acompañar a Fidel Castro en su revolución. Sin forcejeos ni actos de violencia, Briones logró controlar la situación.

A pesar de que en esa ocasión no hubo heridos ni actos de violencia, las medidas se seguridad en aeropuertos y aviones han aumentado considerablemente de acuerdo a los hechos que han marcado en profundidad la historia de los vuelos. Cabe recordar el gran secuestro y atentado a las Torres Gemelas en Nueva York en septiembre de 2001, tras este incidente los aeropuertos aumentaron fuertemente los controles de ingreso y salida de todos sus pasajeros.

En un plazo aproximado de cuarenta años se han impuesto nuevas medidas de seguridad ó tornado más estrictas las ya existentes. Todos aquellos que realicen un viaje en avión deben cruzar por un detector de metales y entregar sus bolsos de mano para su revisión en máquinas de rayos X. No se pueden ingresar ciertos elementos como aerosoles, geles o artículos punzantes, ni alimentos que tengan prohibida la entrada a ciertos países, y menos el ingreso de armas, entre otros. Aquellos que infringen alguna de las normas establecidas son sancionados y no se les devuelve aquello que traen. Cuando superan las normas de manera extrema, se les prohíbe la entrada o salida del avión y/o el país.

No es frecuente el secuestro de aviones y menos que éstos sean frustrados. Óscar relata-‘’Este es el primer avión en la historia de raptos que logró ser recuperado. Por esos años estaba muy de moda secuestrar aviones y dirigirlos a Cuba. En Brasil y Argentina todos habían tenido éxito y llegaban a una isla cercana a La Habana ya que en esa época cualquier ingreso era muy difícil estaba prácticamente prohibido’’.

El avión Caravelle a turbina comenzaba su viaje a las 8.00 AM hacia Punta Arenas en noviembre de 1960 despegando desde Pudahuel. Setenta pasajeros, entre ellos niños y extranjeros, se encontraban a bordo. A los pocos minutos del despegue y cuando el avión ya había alcanzado una altitud suficiente, Pedro Varas y Patricio Dagach de 17 y 14 años respectivamente, encañonaron al sobrecargo Óscar Briones y le solicitaron que los llevara a la cabina del piloto pues querían desviar el vuelo hacia Cuba.

Briones no opuso resistencia y los condujo al ‘cockpit’. Ahí conversó con los pilotos y les explicó las intenciones de los menores. ‘Nunca tuve miedo pues siempre tuve la seguridad de que nada pasaría, eran dos menores pintamonos y debíamos ocultar lo que pasaba para no preocupar a los pasajeros’- cuenta con serenidad.

Su familia y cercanos lo describen como un hombre tranquilo, responsable y de vida familiar, siempre es muy atento con las necesidades de sus vecinos y participa activamente como ministro en la parroquia cercana a su casa. Todas estas cualidades dan a entender como pudo manejar la situación de rapto.

‘Cuando estábamos por llegar a Antofagasta, convencí a los secuestradores que aterrizáramos para que permitieran la bajada de pasajeros con niños y guaguas pues así se facilitarían las cosas.’ Tras una falla en una de las turbinas, tuvieron que cambiarse de avión. En la torre de control ya tenían aviso de lo que ocurría pero siempre se mantuvo la calma. Al cambiarse de avión Óscar redactó una lista con alimentos y cosas básicas que necesitarían para estar en Cuba pues los abandonaban en la Isla y los dejaban con lo que llevaban puesto.

‘Una vez que el avión despegó con destino a Guayaquil, me percaté de que los secuestradores estaban distraídos y fue en ese momento que con otro compañero logramos reducirlos. Los atamos a lo que pudimos y retornamos a Santiago, a Chile. Aquí nos recibió en la tarde, el Presidente Frei Montalva’.

Óscar, a medida que relata su historia, es más bien sencillo. Le baja el perfil y no se siente un héroe. ‘No sucedió nada que haya que lamentar y todo transcurrió sin problemas. Los secuestradores eran más chicos que yo y lo hacían por moda. Lo principal era mantener la calma y la seguridad de los pasajeros’.










No hay comentarios:

Publicar un comentario